Treinta humildes personas fueron reclutadas para retirar, de dos bancos, la mitad del dinero pagado por la gestión de Luis Castañeda Lossio.
Por: Daniel Yovera
Los operadores de la empresa Comunicore, beneficiada con los S/.35.9 millones que le pagó la Municipalidad de Lima apenas se iniciaba el año 2006, no solo utilizaron a tres personas de barrios marginales para colocarlas en el directorio de esa compañía, cambiarle el nombre en una notaría de La Oroya y, después, desaparecerla.
Perú.21 ha descubierto, ahora, que ni bien Comunicore tuvo en sus cuentas el dinero que le pagó la diligente gestión de Luis Castañeda, no solo efectuó pagos y transferencias por la vía regular, sino que volvió a reclutar a personas de similar procedencia –un pueblo joven de los cerros de Comas– para que retiraran de dos bancos S/.16 millones en efectivo. Es decir, no todo el dinero se quedó en el circuito financiero. Más bien, fue retirado en efectivo con destino desconocido.
Fueron por lo menos 30 los comasinos reclutados quienes, a cambio de una propina, retiraron los millones con cheques a su nombre y se los entregaron a un oscuro personaje llamado Joule Vila Vila. Perú.21 ubicó en Comas a algunos de ellos. Sus testimonios ayudarán a seguir la ruta misteriosa que recorrió gran parte del dinero pagado a Comunicore. ¿A dónde fue a parar todo ese dinero?
EL RECLUTADOR
El 11 de abril de este año, Perú.21 documentó que, con los S/. 35.9 millones pagados por la comuna limeña, Comunicore le canceló a Relima S/. 14.6 millones. Como se recuerda, Relima le había vendido a esa suma toda la deuda a Comunicore.
Además, transfirió S/. 846,450 a cuentas, en Miami, de dos gerentes de Relima y a cuentas de una empresa del operador de Comunicore, Miguel Garro Barrera. Todo sumaba S/. 15’499,450. El resto, S/. 20.4 millones, era la ganancia de Comunicore, pero no se sabía qué había hecho con ese dinero.
Pero ahora se sabe cómo se movieron S/. 16 millones de esos 20.4 millones. Durante las primeras semanas de 2006, los 30 enrolados por Joule Vila fueron llevados a los bancos Continental y de Crédito para que cobraran decenas de cheques de las cuentas de Comunicore.
Vila es el mismo que reclutó a los primeros tres vecinos de Comas –Margarita Esteban, Teodardo Rojas y Joel García– cuando en Comunicore necesitaron borrar huellas y cambiar al “exitoso” directorio que cobró los millones y, después, la denominación social de la empresa. ¿Para quién trabajó Vila? Es algo que aún no se ha dilucidado.
ALGUNOS RECLUTADOS
Efrey Becerra Garay, abogado de la mayor parte de los enlistados por Vila, ha reconstruido los hechos y las cifras, y ha establecido que los montos retirados suman casi S/. 16 millones. Varios reclutados son familia de Margarita Esteban, la recordada señora iletrada que “presidió’ la empresa. Así, por ejemplo, están sus dos hijas, Giovanna y Elvira Escalante Esteban, quienes cobraron cheques a su nombre por un total de S/. 626,200.
La hermana de Margarita Esteban, Hermelinda Rojas Aróstegui, cobró cuatro cheques que sumaron S/. 1’265,700. El hermano de ambas, Pedro Rojas, cobró, por lo menos, S/. 470,000. Es decir, de los S/. 16 millones mencionados, solo estas cuatro personas retiraron la friolera de S/. 2’361,900 de las cuentas de Comunicore.
El doctor Becerra también señala que otros familiares de Esteban hicieron lo mismo. Ellos son su yerno Jack Sarria Farfán y su hermano Jhonatan, y los padres de ambos, Marcelino Sarria Cosme y Flor de María Farfán Fanarraga. Se suman otro yerno de Esteban, José Gregorio Gonzales, y Ángel David Sarria Cóndor. Completan la lista de los 30 otros vecinos del pueblo joven La Libertad, de ese distrito. Entre todos ellos retiraron S/. 16 millones.
EL MODUS OPERANDI
De acuerdo con el testimonio ofrecido a este diario por el abogado Becerra y sus defendidas, Hermelinda Rojas y Giovanna y Elvira Escalante, a fines de 2005, Vila los contactó y les pidió que gestionaran ante la Sunat su número de RUC pues “les daría trabajo”. Todos necesitaban empleo, y así lo hicieron.
En las primeras semanas del 2006 –cuando el municipio ya le había empezado a pagar a Comunicore–, Vila fue llamándolos uno a uno para llevarlos a las sedes del Crédito y del Continental, en San Isidro. Ahí, un tercer sujeto, aún no identificado, los esperaba con sus tickets de atención, les daba el cheque para que lo endosaran e iban a la ventanilla. Cuando tenían la plata, Vila y el otro tipo tomaban el dinero y, fuera del banco, lo introducían en bolsas de plástico.
La recompensa a la humilde gente era de S/.100 y el taxi de regreso a Comas. En eso consistió el “empleo’ prometido. Nunca vieron sus facturas ni supieron si las mismas fueron usadas para justificar algún gasto.
Uno se pregunta: si todo fue regular –como se ha repetido siempre–, ¿por qué se sacó ese monto de los bancos para manejarlo en efectivo? ¿Acaso para ocultar al o a los remitentes del mismo? Perú.21 se lo quiso preguntar a Miguel Garro, pero en su oficina nos respondieron: “El señor dice que no tiene nada que hablar con ustedes”.
Con información de "Perú 21"
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