domingo, 19 de septiembre de 2010

El perfil de los candidatos municipales Fernán Altuve

No va a ganar las elecciones, pero ya se ganó un lugar en la memoria de los limeños. Le decían que no tenía un pelo de carisma para reemplazar a Álex Kouri y demostró todo lo contrario
Nadie entiende cómo un reconocido catedrático y constitucionalista, especialista en Derecho Romano, con una maestría y un doctorado en Filosofía ha podido protagonizar tantas payasadas en los últimos 15 días. A Fernán Altuve lo hemos visto agitando maracas al ritmo de Toño Centella, ha fungido de jalador de combi, quiso armar una revolución por las calles del Centro de Lima flanqueado por dos sujetos disfrazados de Barney y el Rey León, y aunque fue contenido por la policía con varazos y gases lacrimógenos, no se desmoralizó y ahora agradece a quienes lo llaman “Huevo Duro”, el salvador.

Consultado sobre esta situación, el médico psiquiatra y psicoanalista, Alberto Péndola, aclara que Altuve no se ha vuelto loco, simplemente está aprovechando el momento. “Tenía pinta de “nerd”, lo conocíamos como un hombre culto, pero Jaime Bayly dio en el clavo con esa chapa. Es un caso parecido al de “Popy” Olivera, quien tiene ese apodo por un payaso. Los dos recibieron un golpe y lo usaron a su favor, para hacerse conocidos”, afirma.

El alcalde de Surquillo y vocero de Cambio Radical, Gustavo Sierra, opina lo mismo. “Si pierde, igual ya ganó. Ha logrado un posicionamiento que nadie esperaba. Álex Kouri ha dicho que, con tanto carisma, él debió ser el candidato. En el partido ya no lo llamamos Fernán, ahora le decimos el popular…¡ “Huevo Duro con patas”!”.

HACE UN HUEVO DE TIEMPO
Quizás los más sorprendidos con la transformación del aspirante a regidor son sus compañeros de la primera promoción del colegio Hispano Británico. Entre ellos, el alcalde de Pueblo Libre y candidato a la reelección por el PPC-UN, Rafael Santos. “El Chato”, como lo llamaban en ese entonces, llegó a la escuela procedente del Santa María. “Imagínate, yo era un palomilla y me mandan a un colegio mixto. ¡Era la locura!”, confiesa. Sin el más mínimo interés por los libros, Santos recurrió a su compañero de carpeta para que le salve el pellejo. “Fernán y yo éramos como el agua y el aceite. Él era superestudioso y yo metía chongo en la clase. Siempre me soplaba en los exámenes”, admite, y con la misma franqueza también asegura que, a pesar de la pinta de chiquito chancón, nunca nadie se burló de Altuve. “Al contrario, lo respetábamos. Él nos ayudaba a todos”.

Mariella Majluf lo recuerda flemático, bien peinadito y sin cara de huevo duro. “Me ha causado mucha gracia ese apodo. Siempre supimos que iba a llegar lejos, pero no me imaginé verlo así. Él debatía sobre política con los profesores [...]Una vez organizó una excursión al Centro de Lima y terminó de guía. Sabía todo…”, comenta, pero aclara que nunca pudo ser el primero de la clase porque era pésimo con los números.

EL PODER Y LA MENTE
Si bien Altuve nunca antes se había prestado al chiste, esta no es la primera vez que se le discute por asumir una postura nada proporcional con su capacidad intelectual. Aún se recuerda su postulación sin éxito a la alcaldía de San Isidro en 1998, por el movimiento fujimorista Vamos Vecino, su fugaz participación en el Congreso del año 2000, su férrea defensa de la reelección de Fujimori (luego reconoció que fue un error) y sus 14 reuniones con Vladimiro Montesinos. Tras desligarse del fujimorismo, desapareció de la arena política durante 10 años hasta que su amigo Kouri, otro caserito del “Doc”, lo reclutó en su lista municipal. Pero hoy ni su pasado, ni su brillantez parecen importar. Altuve se convirtió en “Huevo Duro” y eso a él le basta.

“Nunca me habían puesto una chapa, ni en el colegio, ni en la universidad. He estado sediento de una y la que me dieron la recibí con alegría”, afirma. Si bien Altuve nunca esperó convertirse en la versión humana de un personaje de “Condorito”, tampoco se imaginó que una persona tan seria como Ilse Wisotzky, la rectora de la Universidad de Lima, le tomara el pelo diciéndole: “Y yo que te conocí cuando eras un huevito de codorniz…””.

De abuelo diplomático y padre militar (ambos venezolanos, el abuelo se casó en segundas nupcias y tuvo una hija con la doctora Martha Hildebrant), el candidato a regidor recuerda que de pequeño su cuarto estaba cubierto por libros de la Segunda Guerra Mundial y comics de Ásterix y Tintin. “Cuando cumplí 8 años mis padres me preguntaron qué quería de regalo y yo pedí una enciclopedia de 12 tomos. Así era de chiquito”, reconoce. También confiesa que al estudiar la primaria en Portugal, Ecuador y España nunca se llegó a acostumbrar del todo a la comida peruana. “Me fui a los 3 años y regresé a los 11, me habitúe a otro tipo de comida. Veo chanfainita y me asusto”, bromea.

Y es que si algo ha demostrado Altuve en esta campaña es un gran sentido del humor y una correa bien ancha para aceptar las críticas. Aunque muchos suponen que detrás de todo el histrionismo hay un objetivo político de por medio, Altuve asegura que lo único que busca es hacerse conocido para apoyar a su lista y no por ambición personal. “Cuando llegue el 4 de octubre seguramente regresaré a leer mi enciclopedia”, afirma.

Mariella Majluf también espera lo mismo. “Por más gracia que me provoque su apodo, me incomoda verlo llamar la atención por eso. Me gustaría que la gente lo conozca como un hombre inteligente y no como “Huevo Duro””.
Con información de "El Comercio"

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