sábado, 2 de abril de 2011

Pasaporte ¿A la Segunda Vuelta?

Como pocas veces en la historia electoral del país, el debate del domingo 3 será determinante para encauzar las elecciones. Las encuestas trazan un tembloroso escenario en el que cualquiera de los cinco contendores puede colarse en la segunda vuelta.


Aquella especie del “triple empate técnico”, difundida precisamente por los tres primeros, es dudosa cuando el primero y el quinto en la danza son separados apenas por cinco o seis puntos en la intención de voto. Si en un cuadro tan apretado se agregan los márgenes de error en los sondeos, que se disparan hasta el 8% en sectores rurales, es obvio que la cosa está para cualquiera.

Alejandro Toledo lo sabe muy bien. Por eso, cuando el lunes 28 comenzó la jornada de campaña en su cumpleaños con un desayuno en la Ciudad de los Niños en San Juan de Lurigancho dijo a la prensa que “las tres candidaturas están muy pegadas. Afortunadamente ya se paró la caída (de la suya en las encuestas). La campaña va a ser muy intensa, espero que esté basada en el cotejo con altura de las propuestas”. Lo suyo era con Keiko Fujimori y, sobre todo, con Ollanta Humala. No con Pedro Pablo Kuczynski ni Luis Castañeda.

Humala, mientras tanto, convocó a los periodistas para presentar un compromiso que garantiza la estabilidad del país. Se tomó la foto con el documento y la sonrisa recomendada por sus asesores. No permitió preguntas, lo que solo acentuó la distancia entre la campaña de rosario entre los dedos y su espinoso plan de gobierno (CARETAS 2171, 2173).

PPK presentó al día siguiente otro tipo de compromiso. El martes llegó hasta la embajada de Estados Unidos para devolver su pasaporte de ese país. Según declaró, el trámite para renunciar a la nacionalidad era “en dos tiempos”, pero el secretismo previo solo lleva a la sospecha.

Castañeda parece seguir desperdiciando oportunidades para presentarse como un candidato idóneo y repite por doquier que, según las encuestas, les gana a todos en segunda vuelta a pesar de que está cada vez más lejos de la primera. Todo indica, sin embargo, que recibirá refuerzos de una asesoría extranjera para revertir la tendencia en los últimos días. Fujimori insiste en que los cambios del Perú comenzaron con su padre y parece confiar en sus supuestos puntos de voto escondido para pasar a la segunda vuelta.

ANATOMÍA DE UN DEBATE
Con ese escenario de partida, el debate del domingo 3 arranca a las 7 de la noche, durará unas tres horas y se llevará a cabo en el salón Independencia del Hotel Sheraton. Cada candidato tendrá 14 intervenciones de entre 2 y 3 minutos. El sorteo determinó que comienza Toledo y cierra Fujimori. Ambos se ubican primeros de izquierda a derecha. Los siguen Humala, el moderador José María Salcedo, Castañeda y PPK.

Habrá cinco bloques. Comienza la visión de cada uno sobre cómo dejarán el país al terminar el mandato. Siguen las propuestas sobre lucha contra la pobreza, generación de empleo y seguridad y narcotráfico. Terminarán con un tema libre.

Terminada la exposición del candidato otros dos podrán preguntarle, discutir o debatir su proposición, a su vez con derecho a réplica. A diferencia del debate anterior, en el evento organizado por la asociación Transparencia y la Sociedad Peruana de Radiodifusión se busca confrontar ideas. Cada candidato llevará 15 invitados.

La analista Giovanna Peñaflor, que tiene buena experiencia de sondeos en Imasen, ya advierte que el debate tendrá más influencia sobre el electorado que las últimas encuestas que, por ley, podrán ser publicadas en la mañana del mismo domingo. La apretada carrera lo explica.

MARGEN DE TERROR
Las fichas técnicas de los sondeos, cada vez más detalladas bajo pedido legal del Jurado Nacional de Elecciones, ofrecen claves importantes para entender los insólitos números. La letra pequeña oculta grandes porcentajes.


El margen de error total reconocido por encuestadoras serias como Apoyo y CPI supera por poco los 2 puntos porcentuales, lo que se traduce en casi un millón y medio de votos en juego. Suficiente para tener a los cinco en pindinga.

De otro lado, tomemos el ejemplo de CPI. La compañía dirigida por Manuel Saavedra presenta una completa ficha de su encuesta nacional-urbana realizada del 21 al 24 de marzo. Fueron un total de 4,668 personas contactadas pero la muestra final es solo de 2,050.

¿Por qué la notable diferencia? Los que rechazaron hacer la encuesta fueron nada menos que 1,338 (28.7%). A ello se añaden que quienes “no califican”, entre quienes sí aceptaron, suman 1,280 personas (27.4%). Es un notable porcentaje de casi 60% del universo de contactados que queda por fuera del resultado final de la encuesta.

Son números normales en la recolección de las encuestas. El consultor uruguayo Luis Costa Bonino dijo a CARETAS que “el mayor problema metodológico que enfrentan es ignorar en sus resultados a quienes no responden al cuestionario. Sin embargo, el resultado de la encuesta solo incluye a la gente que contesta. Esta zona oscura, esta caja negra, no es abierta por ninguna encuestadora”.

Para Costa, el famoso “portazo” tiene un signo político que, en el momento actual, podría favorecer a candidatos más alejados del “sistema” como Ollanta Humala y Keiko Fujimori. ¿Puede en cambio sonreírle a quienes se venden como outsiders de nuevo cuño al estilo de PPK? ¿O acaso al “voto seguro” propugnado por Toledo?

El latido de un corazón hace de tensa música incidental. Una mujer de gesto adusto sale de un puesto de mercado y reitera que durante el gobierno de Alejandro Toledo los precios no subieron. Ni ella ni su familia, asegura, se la van a jugar y votarán a lo seguro.

Más que al corazón, esta publicidad televisiva desarrollada en los últimos días por Perú Posible entra directo al bolsillo. En el tabloide de la chakana optan por ceñirle la banda presidencial a Ollanta Humala y echarle la culpa por ello a Alan García y PPK.

Una campaña presidencial desarrolla varias narrativas. Pero al final los ejes son simples y determinantes. El de hoy, a diez días de las elecciones, es el miedo.

Los argumentos de Toledo, que en conferencia de prensa mostró los titulares de los diarios que recogían el desplome de la bolsa y la subida del dólar del lunes 28, van en una sola dirección: él es quien en segunda vuelta es el más capaz de hacerle frente a Humala y no los otros dos candidatos continuistas. Ni Castañeda ni PPK. Luego del debate buscará quedar en la dupla de la segunda vuelta, pues es seguro que tres de los candidatos terminarán los ataúdes electorales.

Su eslogan de emergencia es “voto seguro” para evitar que, con la atomización, ninguno de los tres pase a la segunda vuelta por el quinto del voto aparentemente estable de Keiko Fujimori, cuando al fin y al cabo representan matices de una misma tendencia política que suma más de la mitad de las preferencias en las encuestas. Busca frenar su reciente hemorragia en los sondeos y recuperar de nuevo el terreno que le ganó PPK.

El de Toledo podría calificarse como un mensaje conservador. Hasta ahora no explica cómo va a hacer para que los precios no suban y en su plan de gobierno no hay una línea al respecto. Pero eso poco importa a estas alturas.

POLARIZAR PARA EMPUJAR
Su ex primer ministro, mientras tanto, puso en marcha una estrategia de polarización que, según la publicidad que emitió en la noche del martes 29, apela a escoger entre dos caminos: “el del gran cambio democrático con igualdad de oportunidades”, que él representa, y el del “pasado que nos lleva a la pobreza y la confrontación”, que es el de Humala. Para conjurar la lógica de Toledo, quien queda como el tibio del paseo, exclama: “¡No al temor, no a la mentira, sí al progreso y a la unión!”.

En un signo de la confusión política imperante, el gringo PPK hace la misma campaña de la “tía zurda” Susana Villarán.

El publicista Hugo Otero, que lo asesora, considera que “ese es realmente el fondo del Perú. Ese es el gran debate. La segunda vuelta va a ser una guerra civil incruenta con el voto como el medio para cambiar la situación. Humala quiere cambiar el modelo y el régimen político. Su programa de gobierno no cabe dentro del actual marco legal. Representa el viejo militarismo, la lucha de clases. Pero ya hay un cambio en el Perú”.

Para Mirko Lauer, en cambio, es indudable que un porcentaje de los entusiastas que se mudaron a la tienda de PPK vuelven a mirar con resignación a la chakana. “A pesar de sus limitaciones, Toledo es un refugio más seguro”, resume el comentarista a CARETAS.

A su turno, en la campaña de PPK consideran ahora que las asustadizas clases acomodadas, que sustentaron su primer empujón, pueden convertirse en el principal enemigo de su candidatura. Las elecciones no las suele ganar el sector A que, en los números de Apoyo, no supera el 3% del electorado (y 10% si se suma al sector B). El D representa un aproximado del 30% y el E, 36%.

Kuczynski se replegará en los próximos días a los cerros de Lima. Según CPI, puntea con 22% en Lima y para Apoyo tiene 20%. Allí Humala lo precede con 21%. En los cálculos de Otero, quien gane en la capital tiene asegurado su pase a la segunda vuelta.

LA OTRA VEREDA
Cuando, entrevistado en El Comercio, le preguntaron qué haría si no gana, PPK respondió que “a mi oficina. Me iré caminando y reanudo mi trabajo”. Se ha vendido como técnico más que político y uno de sus problemas radica en que varios de quienes lo acompañan piensan seguramente igual. Si pierden, regresan a la otra vereda para seguir haciendo plata.


Y su fortuna es de doble filo: hay quienes consideran que los electores peruanos ya aprendieron a valorar el éxito y que piensan que un hombre con recursos no va a robar. Sin ir más lejos, en Chile el presidente es millonario. Pero el mote de candidato de los ricos más conectado que ninguno con el gran capital todavía no ha sido suficientemente explotado por sus contendores. Sobre todo cuando su patrimonio ha ido develándose por capítulos en las primeras planas. Es muy probable que esa sea una carta varias veces mostrada en el debate.

La caracterización del antipolítico también es una moneda con dos caras. Puede argumentarse que lo que necesita la frágil democracia peruana es precisamente políticos dispuestos a jugársela con todo y no tanto turistas que vuelven al business luego de perder en las ánforas.

Esto no quiere decir que Toledo, por ejemplo, sea un ejemplo de consistencia. Se fue del país al dejar el gobierno y demoró todo el tiempo posible en volver, a pesar de los pedidos reiterados de chakanos prominentes como Carlos Ferrero. Perú Posible, hoy con bancada de un congresista, parece una franquicia que revive solo cuando el líder decide reingresar a la cancha. Luis Castañeda podría argumentar mayor continuidad, pero el hecho de que reemplace a Marco Parra como jefe de campaña por el muy cuestionado José Luna Gálvez demuestra de nuevo el penoso estado de sus cuadros.

Y los dos deberían tener lecciones aprendidas. Toledo y Castañeda fueron protagonistas de un fallido intento en 1999 para conformar un frente opositor. El primero, inicialmente pigmeo en las encuestas, demostró olfato y desprendimiento, pues fue el único verdaderamente dispuesto a ceder su candidatura. Castañeda, entonces, saboteó la iniciativa. Tanto él como Alberto Andrade disfrutaron en un momento de un triple empate en las encuestas con Alberto Fujimori. La campaña de demolición emprendida por Vladimiro Montesinos terminó con las aspiraciones de ambos. Castañeda obtuvo al final 1.79% y las cuestionadas elecciones le allanaron el paso a Toledo, que triunfó en los comicios del año siguiente, a pesar de la resurrección de Alan García.

Esta vez no hubo demolición montesinista, y fue entre los propios candidatos, pero igual se cumplió con la tradicional incapacidad del centro para forjar alianzas viables. De nuevo, quienes deberían ser sus protagonistas suman más de la mitad de la intención de voto. Mientras tanto, dos tendencias en esencia minoritarias encabezan las encuestas.

Eso se llama crisis de partidos.

EL ENFOQUE DE GARCÍA
Otra explicación para el ascenso de Humala la tiene García. El lunes 28, el Presidente inauguró el centro cultural Alejandro Miró Quesada Garland en el Callao y dijo que la cultura prospera “donde hay democracia y libertad, y se agota y fenece cuando impera una dictadura, que comienza muchas veces por intentar administrar y dirigir todos los destinos, y termina cancelando el vuelo del espíritu que es la cultura, la libertad de las voces, que es la libertad de la expresión”. Una somera lectura al programa nacionalista indica su blanco.

Toledo acusó reiteradamente al Presidente de tener varios candidatos además de la cancelada Mercedes Aráoz: Luis Castañeda, Keiko Fujimori y más recientemente PPK. Es decir, todos menos él y Humala. El ex mandatario construyó su propia plataforma a partir de la oposición a García. El referente era imbatible cuando se enfrentaba al fujimorismo pero es obvio que tiene un límite con un presidente democrático que, a pesar de las antipatías mutuas, defiende el mismo modelo.

Un estrecho colaborador de AGP cuenta que éste considera que la posición de buena parte de los medios, que le colgó a su gobierno un gran cartel de corrupción, terminó por levantar a Humala. El caso de los “petroaudios”, donde un lobbista aprista intentaba hacer de las suyas con un miembro del directorio de Perupetro, en un confuso crimen sin verdaderos cadáveres; terminó en un lodazal que sigue siendo mentado en el glosario de la campaña.

De similar manera, la emergencia del comandante en el 2006 se dio en los estertores de un gobierno, precisamente el de Toledo, incapaz de hacerle frente a la avalancha mediática de críticas. Eran los días en que el hermano de Ollanta proponía fusilar al presidente. Demasiadas veces, el antisistema del Perú no proviene solo del nacionalismo.
Con información de "Caretas"

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