sábado, 6 de marzo de 2010

Chile: Las grietas que mostró el terremoto

El terremoto del 27 de febrero que azotó ocho regiones de Chile, dejó al descubierto las enormes grietas sociales e institucionales que tiene nuestro país. Desde hace veinte años, el gobierno de la Concertación ha difundido en el exterior una imagen de país exitoso que emerge del subdesarrollo, que se incorporó al club “selecto” de los países más ricos...

El terremoto puso dramáticamente las cosas en su lugar. La población de las zonas afectadas por la tragedia no tiene reservas de comida porque no tiene dinero, no tiene dinero ahorrado porque sus salarios son miserables, no tiene una cultura solidaria porque fue reemplazada por la cultura del individualismo más perverso difundido por la misma televisión que publicita el consumo y por el gobierno que reduce el “éxito” individual a la capacidad económica. La clase dominante, aprovechando la debilidad de los administradores del Estado – unos recién llegados el mundo empresarial y político – además de pagar salarios miserables, de cobrar intereses usurarios, por más de treinta años ha defendido irrestrictamente la injusticia y la impunidad de los asesinos y sus negocios descarados.

Mucho se ha dicho que los Chilenos son locos por la telefonía móvil, que cada familia tiene varios teléfonos celulares. Ésta ha demostrado su total ineficacia para enfrentar situaciones como ésta, y claro, las empresas han ganado dinero fácil vendiendo celulares no satelitales que no resisten el más mínimo movimiento sísmico. Esto ha significado que hayamos quedado incomunicados con muchos pueblos del sur, con toda la angustia que eso significa para los que tienen sus familias allí.

Venalidad
La venalidad de las constructoras también ha quedado al descubierto. Los edificios que han construido aprovechando la libertad de comercio y la falta de control, se desploman o quedan gravemente dañados con el primer remezón, construidos como están “ahorrando” material al costo de las vidas y el bolsillo de la gente. Todas las casas viejas construidas antes del golpe de estado, con fiscalización del estado, salvaron sin grietas.

Las imágenes de violencia y los saqueos contra las grandes empresas (Homecenter, La Polar, supermercados) dejan al descubierto el resentimiento largamente acumulado de la población contra los negocios donde durante años se han endeudado. La impunidad con que se asalta se parece mucho a los actos de violencia impune que quedaron grabados en la memoria colectiva. No sólo saquea la gente común y corriente, que lo hace por necesidad, sino también lo hacen más eficazmente las bandas organizadas de delincuentes, pensando en lo que les reportará la futura venta de sus robos. Las víctimas del terremoto en las regiones más afectadas ha pasado a ser para los periodistas y autoridades, sólo turba, horda, delincuentes.

Debilidad
Las debilidades institucionales también quedaron al descubierto: el gobierno ha actuado con lentitud, ha enfrentado la catástrofe con muchas reuniones de coordinación, pero poca acción inmediata. Podría haber movilizado a las Fuerzas Armadas para enfrentar la emergencia, que tienen recursos logísticos y materiales abundantes - gracias al 10 por ciento que reciben de los beneficios del cobre -, para tareas de rescate, de distribución de agua y alimentos, de atención en salud, de búsqueda de gente en el mar, de utilizar sus sofisticados medios técnicos para conectar a todas las zonas afectadas. En pleno siglo XXI y con todo el desarrollo de las tecnologías de la comunicación, hay pueblos de los que nada se sabe a tres días del terremoto. En lugar de eso, las ha puesto a cuidar los supermercados y a repeler los saqueos. Los periodistas de la televisión, grandes defensores del consumo, ahora lo son de la propiedad privada. A dos días de la catástrofe, la población no tenía agua ni comida - tampoco tenía electricidad ni gas. Como exclamó indignado un ciudadano : “para qué mierda sirven, si no, las Fuerzas Armadas !” Por último, es vergonzoso que el ministro de defensa haya dicho muy suelto

de cuerpo que la marina “se equivocó” al no avisar que iba a haber un maremoto, sólo habló de “oleaje importante...”. Pequeño error difundido por las autoridades regionales, que costó muchas vidas en los pueblos de la costa.

Esperemos que en medio de la desolación, de la búsqueda de agua y comida, de la búsqueda de sus seres queridos desaparecidos, de la remoción de los escombros, renazca el espíritu de solidaridad, de organización y lucha que nos ha caracterizado en tantos momentos de prueba a lo largo de nuestra historia.

“Con pena y con rabia”, como dijo el alcalde de Tirúa, les abraza fraternalmente, Vicky.
Con información de "La Primera"

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