By JORDI ZAMORA / AFP
PHOENIX
JOHN MOORE / Getty Images
INMIGRANTES INDOCUMENTADOS conversan en una tienda de campaña de la cárcel del condado de Aricopa, en Arizona. Unos 200 reclusos son extranjeros ilegales en Estados Unidos.
El sheriff del condado de Maricopa en Arizona, Joe Arpaio, gusta de presentarse como el más duro de Estados Unidos, cazador sin piedad de indocumentados e inventor de una cárcel en la que los prisioneros viven en tiendas de campaña, a 50 grados a la sombra en verano.
"La próxima vez que quiera quejarse acerca de la cárcel, piense en lo dura que es la vida para nuestros soldados en Irak'', de-safía un cartel en la entrada de la cárcel de Maricopa, que puede albergar hasta 2,000 prisioneros.
Debajo del cartel hay una escena más habitual en la sala de espera de una cárcel: una mujer se enjuga las lágrimas.
Cuando se le pregunta a quién espera visitar, se limita a contestar en español: "es casi una niña".
En la cárcel de Maricopa no hay menores, pero sí detenidos a partir de 18 años, que visten un uniforme sacado de las viejas películas estadounidenses, a rayas blancas y negras.
Los prisioneros deben llevar además ropa interior de color rosa, para disminuir los robos, según Arpaio, y trabajar a diario en cuadrillas de hasta 20, limpiando calles o pintando paredes, con grilletes en los pies.
El sheriff Arpaio cambió las reglas de la cárcel cuando fue elegido por sus conciudadanos en 1992 y desde entonces ha renovado su cargo cuatro veces consecutivas, sin problemas.
La popularidad de Arpaio es tan grande dentro y fuera de Arizona que hasta se rumoró que iba a presentarse para gobernador del estado en las próximas elecciones.
Arpaio, de 77 años, descartó esa posibilidad el martes porque aseguró que quiere seguir sirviendo a su gente.
"Si tienes el apoyo de la gente puedes mover montañas, y creo que lo he probado durante 18 años como sheriff'', explicó.
Sus críticos, igual de feroces que sus partidarios, aseguran que bajo su aparente eficiencia yace un racismo latente, en un estado con 460,000 indocumentados, la gran mayoría de ellos hispanos.
Arizona acaba de aprobar una polémica ley, la SB 1070, que da potestad a la policía para detener a cualquier extranjero sospechoso de no tener sus papeles en regla.
Arpaio, hijo de inmigrantes italianos, no se muerde la lengua y rechaza el epíteto racista.
"Es una lástima que no me quieran", dice con una sonrisa. Luego ataca: "lo primero que hay que hacer es meter en la cárcel a los que saltan esta valla (en la frontera con México) que costó $1,000 millones de dólares".
Arpaio ha conseguido crear un clima de miedo en la comunidad migrante de Arizona, pero también es vigilado muy de cerca por el gobierno federal.
Con información de "El Nuevo Herald"
No hay comentarios:
Publicar un comentario