The Associated Press
CIUDAD DEL VATICANO - Poco después de ser elegido papa, Benedicto XVI viajó a Alemania para cumplir con su compromiso de asistir a un festival eclesiástico juvenil. A su llegada, el viento le voló el casquete. El mismo día, otra ráfaga derribó una cruz en la proa de un barco en el que recorría el Rin, rompiéndole un brazo.
Se puede decir que fue un inicio poco alentador de su papado.
Benedicto, considerado un "papa interino" llamado a encabezar una transición tras casi tres décadas de pontificado del carismático Juan Pablo II, celebra ahora el quinto aniversario de su elección el 19 de abril del 2005, sumido en la crisis más grande que enfrenta la iglesia en mucho tiempo a raíz del escándalo de abusos sexuales por parte de sacerdotes, que sigue a otra controversia en torno a las relaciones con el Islam.
El primer papa alemán de la era moderna tomó las riendas de la Iglesia católica luego de 24 años en las altas esferas del poder, tratando de hacer que los 1.100 millones de católicos siguiesen más de cerca los dictámenes de la iglesia.
Desde un discurso del 2006 en el que irritó a los musulmanes al dar a entender que Mahoma promovía la violencia, la gestión de Benedicto ha estado marcada por tropiezos de todo tipo.
Benedicto, quien cumplió 83 años el viernes, ve comprometido su legado por su desempeño como obispo y como cardenal, pues hay quienes sospechan que trató de desalentar las investigaciones de denuncias de pedofilia cuando dirigió la Congregación de la Doctrina de la Fe, el organismo del Vaticano que se encarga de la disciplina y la ortodoxia de la Iglesia.
Irónicamente, el escándalo por los abusos lo hereda de su popular predecesor, Juan Pablo.
El papa polaco es acusado de haber hecho la vista gorda al surgir las primeras denuncias y de presidir un sistema en el que los curas pedófilos pudieron seguir ejerciendo o fueron transferidos a otros países.
Benedicto asumió una postura más dura apenas fue elegido e incluso impidió seguir ejerciendo al clérigo mexicano Marcial Maciel -un protegido de Juan Pablo-, que había sido acusado de pedofilia.
Muchos de los problemas de Benedicto son atribuidos a fallas de comunicación, que responden tal vez al hecho de que se manejó siempre en círculos académicos y tuvo poco contacto con los feligreses y la prensa.
El director del diario oficial del Vaticano, L'Osservatore Romano, Giovanni María Vian, admite que Benedicto tal vez no se maneje bien en el ámbito de las relaciones públicas, pero niega que esté aislado.
"Dicen que está solo, que el Vaticano es un nido de víboras", expresó. "Es obvio que hay distintas sensibilidades. Pero la curia está con el papa. No hay siervos infieles".
Benedicto asumió una posición firme frente a los pederastas en su última época al frente de la Congregación, que contrastó con la tolerancia de Juan Pablo.
Se acusa a Juan Pablo de haber dejado que la disciplina, la capacidad de recaudación de fondos y la tendencia conservadora de los Legionarios de Cristo se interpusiesen en la investigación de denuncias de que el líder de esa congregación, el mexicano Maciel, había abusado sexualmente de seminaristas.
Benedicto dispuso que Maciel no volviese a ejercer y se dedicase a una vida de oración y penitencia, al tiempo que ordenó una investigación de su orden.
El primer traspié serio del papado de Benedicto se produjo durante una visita a su Baviera natal en septiembre del 2006, cuando habló ante sus viejos discípulos de la Universidad de Regensburg.
En esa ocasión atribuyó a un emperador bizantino haber dicho: "Muéstrenme qué hizo Mahoma que fuese novedoso, y verán que hizo cosas perversas e inhumanas, como ordenar que se difundiese su fe por la fuerza".
Por más que Benedicto explicó que estaba tratando de hallar principios comunes para promover un diálogo, los musulmanes se mostraron escandalizados y el pontífice tuvo que retractarse.
Benedicto ha tenido varios gestos hacia los sectores más tradicionalistas y conservadores de la Iglesia, lo que le generó más críticas. Como, por ejemplo, cuando permitió un mayor uso del latín en las misas e irritó a los judíos por revivir una oración en la que se promueve su conversión.
Posteriormente, en su empeño por poner fin a un cisma, levantó la excomunión de cuatro obispos ultraconservadores, incluido uno que niega el Holocausto. Llovieron las protestas y Benedicto admitió nuevamente haber cometido un error.
Con información de "El Nuevo Herald"
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