Barack Obama urgió ayer al Congreso a alcanzar un acuerdo que evite el riesgo, ya visible e inmediato, de que el Gobierno de Estados Unidos se declare en quiebra, una posibilidad de catastróficas consecuencias para este país y para la economía mundial.
Para evitarlo, demócratas y republicanos están obligados a un compromiso que exige enormes sacrificios políticos y que nadie parece por ahora dispuesto a aceptar. Si no se consigue ese acuerdo en unos pocos días más, EE UU se ve abocado a una situación sin precedentes, en la que simplemente no podrá hacer frente a los pagos a los que está obligado.
Las consecuencias para EE UU y sus repercusiones en otras economías son tan alarmantes que nadie puede pensar en que se llegue a eso. "Se produciría una crisis de credibilidad en EE UU, los tipos de interés aumentarían drásticamente y todas las familias sufrirían", advirtió ayer Obama en una conferencia de prensa que forma parte de un esfuerzo titánico de la Casa Blanca por reconducir la situación.
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